En las 3 entregas pasadas (parte 1, parte 2 y parte 3) sobre este tema, hemos elaborado sobre los objetivos de una cartera, las consideraciones particulares de los ahorristas y por último aterrizamos en la selección de las inversiones empezando por regiones, países, sectores y por último empresas. Ese enfoque de lo mas a lo menos o de arriba hacia abajo “top down approach” es el proceso tradicional o clásico de análisis. Este proceso ha ido refinándose introduciendo nuevos conceptos y herramientas de análisis que han permitido un enfoque mas complejo. Sin embargo, no hay mejor enfoque para guiar a un nuevo inversionista o cualquier interesado a las disciplinas de análisis, selección, ejecución y seguimiento de las inversiones.
Habiendo en el último artículo descrito brevemente el análisis de país, y los rudimentos de un análisis de los sectores de negocios, aterrizaremos en elaborar sobre el análisis de las empresas o las instituciones y de allí el análisis de los instrumentos de inversión.
Es importante plantear a “prima fascie”, todas las oportunidades empresariales empiezan por un análisis del negocio, su situación competitiva y su capacidad de generar resultados positivos. Estos factores se reflejan en la situación financiera de la empresa. O sea, que, en una primera vuelta de análisis, las empresas o emisores de los valores invertibles, deben satisfacer criterios generales de salud financiera y de negocios. Es muy difícil que una empresa sea atractiva como inversión, ya sea adquiriendo sus acciones o comprando sus títulos de deuda, si sus números vitales no se ven bien. Dicho lo anterior y dependiendo, el monto y naturaleza de los instrumentos que ofrece al inversionista siempre habrá una segunda ronda de análisis mas enfocado a los instrumentos mismos.
Para explicar mejor y en forma específica lo dicho arriba examinemos algunos escenarios. Hay muchas empresas, rentables y bien manejadas, pero al mismo tiempo muy apegadas a su negocio tradicional, como los bancos. Normalmente, buenos bancos ofrecen títulos o depósitos de deuda, seguros, con buenas garantías e intereses pagaderos a depositante o a tenedor de sus bonos, un retorno cónsono con ese desempeño.
Pero al mismo tiempo, en términos generales, los papeles de renta variable de los bancos, o sea sus acciones, no ofrecen perspectivas de crecimiento rápido como puede ofrecer una empresa de tecnología. Cierto es que, de suyo son inversiones mas conservadoras, pero no son el tipo de instrumentos que usualmente componen una cartera que busca crecer mas que rentar.
Pero, para racionalmente llegar a concluir esta posible dicotomía hay que analizar las dos vertientes de la institución. No siempre un banco es una institución poco innovadora sin oportunidades de crecer rápido. En un buen análisis de los números y los informes de la institución es posible ver cómo y en que invierte para crecer o para consolidarse. Como, por ejemplo, dedica recursos a tecnología para migrar hacia un ambiente digital, de menores costos de operación y de expansión.
Un ejemplo opuesto, serían inversiones en tecnología. Allí, los riesgos de desarrollo, innovación y competencia son altos y al mismo tiempo, sus necesidades de fondos siendo elevadas, no pueden pagar las altas tasas de interés que un título de deuda emitido de ese nivel de riesgo debe pagar. Lo que si existe en ese tipo de empresas son necesidades de capital cuyo potencial de crecer, es el mayor factor de interés de los inversionistas. Aquí, mucho del análisis financiero tradicional no se aplica. Buena parte de esas empresas no ganan dinero, aunque tienen un flujo de fondos positivo. Así en esos casos, hay otros criterios y métricas para pesar el riesgo retorno en esas inversiones.
Para tratar de resumir, sería impensable invertir en un banco que no gane dinero, pero no es descabellado hacerlo para una empresa en sectores de innovación. Solo que, volviendo a la primera parte del catecismo, invertir en renta variable de sectores nuevos e innovadores, no es el tipo de inversión que debe dominar las inversiones de una abuelita que vive de los dividendos de sus inversiones.
Retomando el hilo inicial, debemos concentrarnos en una análisis meticuloso y recurrente de las condiciones del emisor, sean empresas o instituciones para a menos en ese primer corte conocer a fondo las fortalezas y debilidades de esa estructura. Eso da para mucho más que este artículo.
Además, debemos analizar las métricas especificas que sustentan los instrumentos. Hay un viejo dicho del mercado que dice que una buena compañía no necesariamente se traduce en una buena acción para los inversionistas. Y viceversa. Hay acciones muy populares y muy compradas por inversionistas cuyo precio es mucho mejor que su desempeño financiero real. Como hay empresas con desempeño financiero estelar pero que no incitan al público a pagar mucho por ellas.
Esto es donde ese análisis mas allá de los números, razones y porcentajes concilia, las finanzas, con las perspectivas que los compradores y vendedores en la vida real, el mercado.
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